martes, febrero 09, 2010

Amor es...

Cuando era chiquita, en el periódico se publicaban unas figuritas de caricatura con diferentes mensajes, cada uno con el título de este post, seguido de una frase y una ilustración alusiva.

Todos los días, después de que mi papá terminaba de leer el periódico, recortaba esas pequeñas partes y las coleccionaba.

Hace mucho que las dejé de ver... y ahora que estamos en el mes de los corazones, decidí escribir mis propias frases acerca de lo que es el amor, según mi propia experiencia.



Amor es...

...Mudarse a una ciudad que dista miles de kilómetros de la ciudad natal, por el ser amado.

...Hacer los trabajos duros y arriesgados con tal de que ella no se exponga.

...Modificar el horario con tal de estar juntos el mayor tiempo posible.

...Elevar la oración de los domingos siempre tomados de la mano.

...Reír juntos hasta que duela la panza.

...Aprender a cocinar un nuevo platillo.

...Esperar pacientemente a que se le pase el coraje.

...Coincidir en que lo más bonito de una pelea es: la reconciliación.

...Aprender a decirse las cosas sin hablar, sólo con una mirada.

...Compartir una silla, un plato, un postre, un auto... y una vida juntos.


Y para ti, ¿qué es el amor?

¡Feliz día del Amor y la Amistad! (día, semana, mes... )

domingo, febrero 07, 2010

Consentidos... con sentidos

Hace algunos años -no tantos en realidad- mentir sin ser descubierta era una de las acciones más difíciles de realizar para mí. Sin embargo, como buena aprendiz que presumo ser, ya no soy tan inexperta en el arte de hacerlo.

Con el tiempo, para bien o para mal, he aprendido que hay ocasiones en las que resulta conveniente, por ejemplo, encontrar la mejor manera de decir lo que pienso o hago tratando de no herir susceptibilidades, aún cuando esto signifique ocultar algún dato relevante.

Quien afirme que en toda su vida no ha mentido una sola vez... quizás acaba de hacerlo una vez más. Y a pesar de estar convencida de lo anterior, en ocasiones, evitar una mentira trae como consecuencia que pepe grillo no me deje en paz por algunas horas. ¿Hice bien o pude hacerlo mejor? A mi exigente pepillo le gusta más la segunda opción.

En realidad hoy pude haber respondido impulsivamente -lo cual es uno de mis retos a vencer- pero a media frase me detuve. No resulta sencillo decir cuál de todos mis alumnos ha sido el consentido, más aún, quiero creer que nunca ha habido tal, por ética profesional, imparcialidad o el término que cada quien desee utilizar.

Uno de los resultados más exquisitos de esta profesión para la que Alguien me eligió, es que en repetidas ocasiones se crean lazos de amistad entre quienes durante algún período compartimos el aula, aún cuando deja de existir la relación instructor-aprendiz, donde por cierto no siempre ocupo el primer papel, pues después de cada asignatura, curso o taller, todos aprendemos algo nuevo, o al menos eso espero.

En el aula se distinguen dos tipos de personas: aquellas que se esfuerzan lo más que pueden y quienes lo hacen lo menos que pueden. Esta constante ha permanecido en los diferentes niveles educativos en los que he tenido la oportunidad de colaborar: bachillerato, licenciatura, diplomado y posgrado. En el primer caso es exquisitamente reconfortante observar los rápidos avances de los participantes y en el segundo caso es necesario idear nuevas estrategias que funcionen para esos casos particulares, lo cual también es enriquecedor.

Por lo tanto, ¿cómo decir que algún alumno ha sido mi consentido? Más bien yo desearía que todos se sintieran únicos y especiales, que en realidad lo son.

Espero que en una próxima ocasión mi hamster corra un poco más rápido y pueda corresponder honestamente y sin pausas ante el afectuoso saludo de quien me dice "¡mi maestra consentida!". Expresión que por cierto, agradezco sinceramente.

martes, febrero 02, 2010

Un año más

A menudo me quejo de que mi memoria RAM no es capaz de almacenar más de 1 kb de información, por lo que requiero anotar TODOS los acontecimientos y asuntos importantes, para no olvidarlos. Si embargo, en los últimos días esta situación es más perceptible, quizás porque han estado acudiendo a mi presente recuerdos de muchos eventos de algunos años atrás, con más frecuencia de lo normal.

Por ejemplo, ¡el día de ayer cumplí 8 años! Si, me han dicho que no los aparento mucho (a mi vanidad femenina le conviene creerles) pero hace 8 vueltas al sol que encontré mi verdadera vocación.

Fue en un primer día de Febrero cuando llegué a esta pacífica ciudad gracias a una oportunidad de trabajo que conseguí después de ser entrevistada por cerca de 20 personas en una mesa cuadrada. Quizás eran menos, pero a mi me pareció que eran muchos... el nerviosismo que sentí el día de la entrevista sólo lo he sentido 2 veces en mi vida, la primera fue el día que defendí mi tesis (¡¡y fui aprobada!!) y aquélla ocasión fue la segunda. Afortunadamente decidieron que yo era la indicada y desde entonces descubrí que éste es mi lugar.

Cuando un estudiante recién egresado busca una oportunidad de empleo, generalmente se presenta a cada nueva oportunidad con la completa disposición de dar lo mejor de sí mismo. Si no sabe algo lo aprende, si algo resulta difícil pide ayuda y, después de algunos años de experiencia, lo más común es que no haya la necesidad de aprender muchas cosas nuevas, a menos que el deseo de actualizarse esté por encima de muchas otras prioridades que surgen. Es entonces cuando viene la rutina y el desánimo, en algunos casos.

¡Pero en este lugar es diferente! Todos los días hay algo nuevo que aprender, aún después de algunos años. Parece que fue ayer cuando llegué aquí por primera vez, cuando mis metidas de pata en el salón de clases me hacían acreedora del título "botana del día", o cuando mi moral se iba hasta el suelo con los comentarios de la primera evaluación de los estudiantes, o cuando tuve que recurrir a la ayuda de un experto en el área porque no tenía la más mínima experiencia con el manejo de circuitos, protoboards y demás... no quiero decir que ya no me equivoque, pero de los errores mucho se aprende y me temo que aún me falta mucho por aprender.

Ayer no hubo pastel ni velitas. Es más, fue inhábil y me acordé hacia el ocaso del día. Pero mi deseo de entrar un día al salón de clases y ver a más de 20 alumnos sentaditos esperándome, ¡ya se cumplió! apenas la semana pasada.

Empieza un nuevo ciclo académico y el tiempo sigue su curso... día a día, semana a semana, quincena a quincena, semestre a semestre, año con año, generación tras generación. Creo que lo más importante de la vida se aprende fuera del aula, pero la actitud que se demuestra en el aula, es la base para lograr las cosas más importantes de la vida.

A todos quienes han compartido este tiempo conmigo ¡Gracias! Como decía un querido maestro q.e.p.d. "Gracias por el aguante".

Apenas van ocho años... y seguimos contando.