miércoles, agosto 09, 2006

De maletas y viajes

Debería sentirme feliz y no lo estoy. Faltan menos de 24 horas para esa llegada que tanto he esperado y sin embargo siento un vacío muy grande al imaginarme cómo serán los pensamientos que se apropian de una mente durante la preparación de su maleta de viaje.

Yo tenía tan solo 10 años cuando tuve la necesidad de preparar mi primera maleta de viaje. Pustunich era, en aquél entonces, un pueblito en el que a duras penas se podía ofrecer a los niños los 6 años de enseñanza básica, por lo que todos aquellos que quisiéramos obtener una mejor educación, debíamos optar por los viajes diarios de 15 minutos a la ciudad de Ticul, o bien, como sucedió en el caso de mi familia, mudarnos a alguna otra ciudad.

El cambio de ambiente no fue fácil pero fue llevadero. Las cartas a mis amigas poco a poco fueron menos frecuentes hasta que desaparecieron. Con el tiempo también surgieron nuevas amistades y, finalmente, concluí mi formación universitaria.

En un principio mi infantil mente ingenua insistía en repetirme que al terminar mi preparación volvería a mi terruño de la infancia para desempeñarme profesionalmente y mejorar las condiciones de vida de Pustunich y sus alrededores. El tiempo y las circunstancias se encargaron de hacerme ver que la realidad sería muy diferente. Desde mucho antes de terminar la carrera universitaria, se fueron presentando las oportunidades de incorporarme en el ámbito laboral, por lo que inicié mi retribución a la sociedad y sin darme cuenta, después de cambiar algunas veces de ambiente y pasar de empresas públicas a privadas y retornar a mi alma máter, me encontré de pronto en un trabajo ideal, con todas las comodidades que jamás imaginé que se pudieran tener en un centro laboral.

En un par de años tuve la oportunidad de obtener una mejor preparación fuera del estado, por lo que las maletas nuevamentes se hicieron necesarias. Recuerdo que la primera vez mi maleta estuvo lista desde un par de días antes de viajar, lo cual no ocurrió en las siguientes ocasiones, en las que prácticamente evitaba pensar en esto para no sentir que se aproximaba la hora de partir.

Cuando miro hacia atrás me doy cuenta de que la fuerza superior ha ido moviendo los hilos de tal forma que siempre me permite aprender, mejorar y al mismo tiempo disfrutar de la vida. Es cierto que en mi andar han existido incontables altibajos, como en todos los caminos; pero también es cierto que cada cambio que se ha presentado ha sido indudablemente para bien, aunque a veces ésto no pueda ser percibido de inmediato.

Se que en este momento alguien experimenta un dejo de nostalgia y tristeza, pero también se que es parte de la ley de la vida y que esta nueva experiencia será sin duda inolvidable, como lo han sido también las anteriores. Pondré lo mejor de mi parte para que así sea. Lo demás, como siempre, dejémoslo en las manos de Dios.