domingo, febrero 07, 2010

Consentidos... con sentidos

Hace algunos años -no tantos en realidad- mentir sin ser descubierta era una de las acciones más difíciles de realizar para mí. Sin embargo, como buena aprendiz que presumo ser, ya no soy tan inexperta en el arte de hacerlo.

Con el tiempo, para bien o para mal, he aprendido que hay ocasiones en las que resulta conveniente, por ejemplo, encontrar la mejor manera de decir lo que pienso o hago tratando de no herir susceptibilidades, aún cuando esto signifique ocultar algún dato relevante.

Quien afirme que en toda su vida no ha mentido una sola vez... quizás acaba de hacerlo una vez más. Y a pesar de estar convencida de lo anterior, en ocasiones, evitar una mentira trae como consecuencia que pepe grillo no me deje en paz por algunas horas. ¿Hice bien o pude hacerlo mejor? A mi exigente pepillo le gusta más la segunda opción.

En realidad hoy pude haber respondido impulsivamente -lo cual es uno de mis retos a vencer- pero a media frase me detuve. No resulta sencillo decir cuál de todos mis alumnos ha sido el consentido, más aún, quiero creer que nunca ha habido tal, por ética profesional, imparcialidad o el término que cada quien desee utilizar.

Uno de los resultados más exquisitos de esta profesión para la que Alguien me eligió, es que en repetidas ocasiones se crean lazos de amistad entre quienes durante algún período compartimos el aula, aún cuando deja de existir la relación instructor-aprendiz, donde por cierto no siempre ocupo el primer papel, pues después de cada asignatura, curso o taller, todos aprendemos algo nuevo, o al menos eso espero.

En el aula se distinguen dos tipos de personas: aquellas que se esfuerzan lo más que pueden y quienes lo hacen lo menos que pueden. Esta constante ha permanecido en los diferentes niveles educativos en los que he tenido la oportunidad de colaborar: bachillerato, licenciatura, diplomado y posgrado. En el primer caso es exquisitamente reconfortante observar los rápidos avances de los participantes y en el segundo caso es necesario idear nuevas estrategias que funcionen para esos casos particulares, lo cual también es enriquecedor.

Por lo tanto, ¿cómo decir que algún alumno ha sido mi consentido? Más bien yo desearía que todos se sintieran únicos y especiales, que en realidad lo son.

Espero que en una próxima ocasión mi hamster corra un poco más rápido y pueda corresponder honestamente y sin pausas ante el afectuoso saludo de quien me dice "¡mi maestra consentida!". Expresión que por cierto, agradezco sinceramente.

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