martes, octubre 20, 2009

Una noche sin tecnologia


Algunos olvidos pasan desapercibidos y otros no... igual que muchas de nuestras equivocaciones.

Este texto se escribe (originalmente) bajo la luz de una vela y empleando un lápiz y mi vieja libreta a cuadros con espirales. ¿La razón? Haber olvidado pagar el servicio de energía eléctrica que fue interrumpido después de más de un mes de la fecha de vencimiento. En realidad, lo extraño es que el corte no se haya realizado antes.

¡Qué diferente es una noche sin el ruido tecnológico! Sin el televisor, sin música, sin computadoras, sin internet, refrigerador, licuadora, ni aparato alguno que requiera de la energía eléctrica para funcionar. Debo admitir que lo estoy disfrutando increíblemente pues hemos hecho cosas totalmente diferentes a lo que hacemos normalmente como parte de la rutina diaria. Y un rabito inquieto de la princesa de 4 patas de la casa me dice que ella también lo está disfrutando.

Sin embargo, me queda claro que esta situación es la consecuencia de un olvido previo, así que nuevamente me viene a la mente la CAUSALIDAD, no la CASUALIDAD sino la CAUSALIDAD, es decir, la relación causa-efecto. Todos nuestros actos son la causa de un efecto posterior. Es necesario asumir las consecuencias, ya sean para bien o para mal, y tomar decisiones que nos ayuden a mejorar continuamente.

Esta no es la primera vez que olvido algo, pero sí la primera vez que nos quedamos sin energía eléctrica por un descuido como este.

Tras haber digerido la situación y haberme propuesto ser más atenta con los deberes hogareños, decidí disfrutar la situación y no sufrir a causa de ello. Despueś de todo, la falta de energía eléctrica no nos impidió disfrutar de una rica y calientita cena, pues a pesar de que la estufa tampoco encendió por falta de gas, que también se acabó, el teléfono alámbrico aún funcionaba, para nuestra buena suerte.

Definitivamente, algunas veces hace falta sentir la ausencia de algo (o alguien) para valorar su existencia. Resulta tan fácil oprimir un botón para hacer funcionar un aparato, que nos olvidamos de todo lo que se requiere para que ocurra lo que deseamos. Sin embargo, es bueno darse cuenta de que todavía podemos disfrutar de la vida aún si falta la tecnología.

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